Desde el desarrollo de las primeras armas atómicas, la gente en todos lados ha vivido con la posibilidad de que todas sus posesiones más queridas podrían verse exterminadas. Para muchos, la única defensa es una esperanza de que nunca pasará. Sin embargo, conforme el número de países con armas atómicas y nucleares se ha elevado, es probable que la acción resulte ser un factor de disuasión mayor que la esperanza. Y en un mensaje de urgencia apremiante, L. Ronald Hubbard muestra cómo resolver la situación en su verdadero núcleo.
Leer MásY eso significa que, gracias a nuestras tecnologías, el hombre puede ser, y se puede hacer que sea, más civilizado de lo que es, más feliz de lo que es, más capaz de avanzar de lo que ha sido. – L. Ronald Hubbard
Desde el desarrollo de las primeras armas atómicas, la gente en todos lados ha vivido con la posibilidad de que todas sus posesiones más queridas, sus vidas, sus familias, sus carreras e incluso la especie humana en sí, podría verse exterminada en unos cuantos momentos de devastación. Tales consecuencias serían tan abrumadoras que, para muchos, la única defensa es una esperanza de que nunca pasará.
Sin embargo, conforme el número de países con armas atómicas y nucleares se ha elevado y el mercado negro internacional intercambia activamente materiales nucleares, es probable que la acción resulte ser un factor de disuasión mayor que la esperanza. Para ser efectiva, esa acción tendría que dirigirse a la fuente real del peligro. ¿Se encuentra este peligro en el sobrecogedor poder destructivo de las armas modernas? ¿Son los efectos dañinos de la radiación que se adentraría subrepticiamente en los continentes? ¿O la causa real se encuentra en otro lado?
En un mensaje de imperiosa urgencia, L. Ronald Hubbard no sólo responde esas preguntas, sino que también muestra cómo resolver la situación de raíz. Pero el peligro más fundamental de todos no se encuentra en las armas en sí, sino en la barbarie que llevaría al hombre a utilizarlas en contra de sus semejantes. Para ayudar tanto a individuos como a gobiernos no sólo a mantener estabilidad sino a derrotar a sus enemigos reales, enfermedad, elementos y la irracionalidad propia del hombre, el señor Hubbard expone un programa humanitario vital para todos. Si se aplica en forma amplia, puede elevar al hombre a un nivel lo bastante alto para comprender que los individuos pueden vivir sus vidas libres no sólo de la guerra y el miedo a la guerra sino libres incluso de la posibilidad de que la guerra pueda volver a ocurrir.